martes, 27 de julio de 2010

Pese a la ley votada la causa del hombre no está perdida

Pese a la ley votada la causa del hombre no está perdida


Santiago del Estero, 26 Jul. 10 (AICA).- “A pesar de las leyes como la votada la semana pasada, la causa del hombre no sólo no está perdida, sino que se encuentra en clara ventaja. Las grandes ideas, que son faros del mundo moderno, no se apagarán, siempre habrá voces que harán resonar, como lo pudimos ver en nuestras plazas, que defenderán la dignidad de la persona humana. Sí, la dignidad de la persona humana será reconocida no sólo formalmente, sino realmente”, aseveró enfáticamente el obispo de Santiago del Estero, monseñor Francisco Polti, en la catedral-basílica Nuestra Señora del Carmen, durante la solemne celebración ayer de Santiago Apóstol, patrono de la diócesis y de la provincia civil de Santiago del Estero.

El prelado santiagueño dedicó su homilía a poner el acento, siguiendo el ejemplo del apóstol Santiago, en la virtud de la esperanza, porque, dijo, “sin esperanza no se vive”, ya que “la actividad del hombre está más condicionada por la espera del futuro, que por la posesión del presente”.

“Se puede palpar entre nosotros -señaló- aquellas palabras que tantas veces repetimos en la oración por la Patria: ‘nos sentimos heridos y agobiados’ ante las situaciones difíciles que atraviesa nuestra nación. Al mismo tiempo podemos advertir una necesidad dolorosa y, en cierto sentido, profética de esperanza, como respiro para vivir”.

Luego hizo referencia a los “desafíos pastorales” que propuso el día que asumió, hace cuatro años, el gobierno pastoral de la diócesis, algunos de los cuales “coinciden con los valores no negociables que propuso más tarde el Santo Padre Benedicto XVI”, y que “no han perdido vigencia, necesitan mucho más de nuestro empeño para defenderlos. Necesitamos de la esperanza, de esa esperanza que no defrauda para afrontar con fortaleza esos desafíos”.

Seguidamente enumeró y comentó con breves conceptos los aludidos desafíos: a) La Iglesia como “casa y escuela de comunión”; b) La promoción de la familia; c) La defensa de la vida, desde el primer momento hasta el último instante; d) Los pobres, enfermos y ancianos como destinatarios privilegiados de la Evangelización; y e) La participación activa en la construcción del bien común.

“Santiago Apóstol -señaló finalmente monseñor Polti- asumió con todas sus consecuencias y con gran entusiasmo el seguir a Cristo por los caminos que Él le señaló. Puso todas sus fuerzas y su disponibilidad para dar testimonio de Jesús Resucitado con valentía, si fuera necesario hasta el sacrificio supremo de la vida. Ese Jesucristo que Santiago anunció no es sueño, no es utopía, no es mito; es realismo evangélico. Y sobre este realismo evangélico, nosotros, sus discípulos-misioneros, fundamos nuestra concepción de la vida, de la historia, de la misma civilización terrena, que nuestra esperanza transciende, pero al mismo tiempo estimula en sus intrépidas y confiadas conquistas”.



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